El auge del automóvil comenzó a finales del siglo XIX con los vehículos eléctricos, pero el motor de combustión interna se afianzó a partir de 1910, debido a las ventajas de tamaño y autonomía que ofrecían los combustibles líquidos. Los viajes en coche se desarrollaron considerablemente durante el siglo XX bajo el efecto del progreso técnico y la caída del coste de las infraestructuras (rutas, caminos, equipamientos), vehículos (rendimiento y fiabilidad, confort y ergonomía), sistemas (señalización, gestión del tráfico) y servicios (repostaje, mantenimiento, seguros, alquiler y taxis).

Historia de la movilidad eléctrica

En el mundo desarrollado, la infraestructura del automóvil se ha generalizado y el automóvil privado se ha convertido en el medio de transporte individual dominante, lo que permite a las personas acceder a una amplia variedad de actividades locales y remotas.

Sin embargo, el coche también genera problemas: accidentes, ruido, contaminación del aire y emisiones de gases de efecto invernadero, consumo de combustibles fósiles cada vez más escasos y caros. Estas tres últimas formas de impacto se han convertido en temas muy importantes para el desarrollo sostenible: al estar asociados con el motor de combustión interna, uno de los principales medios para reducirlos es el uso de motores eléctricos.

La movilidad eléctrica tiene una huella de carbono baja (siempre que la electricidad no se produzca a partir de combustibles fósiles) y puede utilizar energías renovables. Tiene menos impacto local en los niveles de ruido y la calidad del aire. Fomenta la adopción de hábitos de conducción respetuosos con el medio ambiente y condiciones de tráfico más tranquilas. Sin embargo, requiere una batería, que es costosa y tiene un alcance limitado (en términos de distancia recorrida).

Las motivaciones de la acción pública: En definitiva, sustituir los vehículos térmicos por vehículos eléctricos es ventajoso para la comunidad pero más costoso para el usuario. Para obtener beneficios para la comunidad, la movilidad eléctrica debe hacerse atractiva para los usuarios, no solo desarrollando su disponibilidad en términos de vehículos e infraestructura de carga, sino también asegurando su accesibilidad a largo plazo durante toda la vida útil del vehículo, o más bien durante todo el período de propiedad del vehículo.

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